Clara Castel es la directora de la Residencia Mas d’Anglí desde hace un año. Es bióloga de profesión, pero se dedica al cuidado de las personas mayores por vocación. Una voluntad de servicio que se gestó en la tradición familiar y que ahora despliega en la residencia más veterana del Grupo Atlántida. Acaba de entrar en la cuarentena, pero tiene un discurso sólido, de persona que sabe lo que tiene entre manos. Y la prueba más evidente es que cuando habla de la gente mayor, se lo garantizo, le brilla la mirada.
Cuéntanos brevemente quién eres.
Pues soy Clara Castel Renieblas, tengo 41 años, soy bióloga y hace diez años que trabajo en el sector de los cuidados a la gente mayor como directora de residencias. Empecé en el negocio familiar, mi abuela había fundado dos residencias hace 40 años, una de ellas la llevaba mi madre y hace 10 años me propuso que trabajara con ella y asumí la dirección del centro. Siempre me ha gustado muchísimo la gente mayor y, de hecho, cuando salía de la escuela iba a la residencia un par de veces a la semana y estaba allí cantando canciones, haciendo flores de papel, leyendo cuentos, bailando con ellos. Siempre he considerado a las personas mayores como personas con mucha experiencia, muchas cosas por compartir, de las que aprender mucho.
Pues biología o cuidados, ¿qué prefieres?
Siempre me han gustado mucho las personas, tanto los niños como la gente mayor, y por otra parte los animales. De hecho, toda mi trayectoria profesional ha ido ligada a ellas de una forma u otra, en diferentes etapas de mi vida. Desde hace diez años, reencontré lo que me encantaba cuando era una niña, cuidar a las personas mayores, velar por su bienestar tanto físico como emocional. Poder ver cómo disfrutan su día a día, y en especial, cuando se realizan sesiones de musicoterapia, terapias asistidas con animales…
¿Y se pueden aplicar aquí terapias asistidas con animales y cosas similares?
Sí, el programa de terapia asistida aún no lo hemos empezado, ya que hay que estudiarlo: perfil de residente, nivel de deterioro cognitivo, objetivos… Yo he participado de este tipo de terapias en los últimos años y los resultados eran espectaculares. La terapia asistida te permite trabajar muchísimas cosas, puedes trabajar desde la motricidad fina, la motricidad gruesa, puedes trabajar la autoestima de los residentes, los vínculos afectivos entre ellos…
Y en cuanto a terapias que realiza, ¿ya se han implementado algunas nuevas?
Sí, acabamos de implementar hace 15 días el programa de musicoterapia, que se hace con personas con deterioro cognitivo moderado, y la verdad es que está funcionando muy bien, lo disfrutan mucho. La música busca muchos recuerdos, los transporta a otras etapas de su vida, haciéndoles emocionar recordando momentos especiales, los despierta y muchas veces los conecta con la realidad.
Transmites estima… ¿eso viene de natural, o es algo necesario en este trabajo?
Yo creo que esto o se tiene o no se tiene, es como todo. Las personas que trabajan en este sector deben tener una vocación, no todo el mundo sirve para trabajar en las residencias. Aquí de hecho hacemos una selección de personal bastante cuidadosa, porque pensamos que hay unos valores que el trabajador debe tener para tratar a los residentes con cariño, con confianza, con respeto, manteniendo siempre su intimidad como personas… Cada uno de los residentes es único y aquí intentamos cuidar mucho los detalles, para dar una atención muy personalizada, para que se sientan como en casa. Tanto ellos como su familia.
Esto es importante, la relación con las familias.
Sí, es muy importante. Yo creo que esto es como cuando tú llevas a tus hijos a la escuela, debe haber una relación de confianza, muy estrecha, una buena comunicación. Los residentes van teniendo cambios a lo largo del tiempo, que es necesario ir acompañando, y especialmente cuando se acerca el final de vida. Son momentos difíciles en los que se necesita un buen apoyo por parte de todo el equipo.
Para ti esto no es sólo un trabajo, ¿verdad?
No, yo creo que es mucho más, es un reto constante, que afronto con motivación y alegría, intentando dar lo mejor de mí misma. Comparto esta aventura con un gran equipo de profesionales, somos 75, los residentes y sus familias. Este trabajo a menudo te hace tocar con los pies en el suelo y saber valorar lo que realmente es importante.
Y con estos 75 trabajadores supongo que la relación de confianza es clave.
Sí, sí, claro, debe haber una relación de confianza muy estrecha, ya que trabajamos con un colectivo muy sensible, si falla esta relación debes estudiar por qué no funciona y cómo mejorarlo.
¿Y cuáles son las patas principales de este equipo?
En el equipo no hay patas, todo el mundo es importante y aporta desde su sitio. Dentro del equipo están las personas que atienden directamente a los residentes, que son las auxiliares, las que están el día a día con ellos y les ayudan a levantarse, les hacen la higiene, les ayudan a desayunar… A parte de ellas, por encima tenemos a los dos coordinadores, que también hacen un trabajo clave para que el equipo funcione. Ellos coordinan el equipo tanto de limpieza y lavandería, como de auxiliares, mantenimiento y recepción. Por otro lado está el equipo de enfermería y el médico, porque, por supuesto, las personas que vienen, lógicamente, necesitan una atención médica diaria y personalizada. Otra pieza muy importante, tanto por su día a día, como para los residentes que vienen a realizar una rehabilitación post quirúrgica son las fisioterapeutas. También destaca el trabajo de los educadores sociales y la terapeuta ocupacional, que son las que realizan las actividades y todo este trabajo cognitivo para los residentes, para mantener estas capacidades cognitivas el máximo tiempo posible, y por otra parte la psicóloga, que también ayuda muchísimo, tanto a las familias como a los residentes. Ahora la gente se espera cada vez más a venir a la residencia y cuando llegan están en peores condiciones, tanto física como cognitivamente.
Nos decías que la gente se espera para venir a la residencia. Supongo que es un proceso normal…
Sí, claro, todo el mundo quiere estar en su casa el mayor tiempo posible, es comprensible. Pero sí es verdad que cuando yo era pequeña e iba a la residencia de mi madre a menudo veía a gente que quizá se había quedado viuda o lo que sea y que estaban bien de salud, y aún así venían a la residencia. Era como «no quiero estar sola en casa, voy a una residencia, allí estaré acompañada, estaré atendida y bien». Pero esto hoy en día no ocurre tanto. La residencia no sólo aporta bienestar a la persona que vive en ella, también da tranquilidad a su familia porque hoy en día la gente cuando viene a la residencia es porque ya no pueden vivir en casa con personal, porque quizás no tienen las ayudas técnicas, las grúas para realizar las movilizaciones o no tienen el baño adaptado y sobre todo porque en muchos casos no están atendidos por profesionales. A veces viene gente aquí a pedir información del centro que tiene, en total, 5 personas entre día y noche, de lunes a domingo y no es suficiente para que la persona tenga sus necesidades cubiertas.
Llevas un año como directora… ¿qué cambios has introducido?
Después de unos meses de análisis y observación, he realizado algunas modificaciones. Además de introducir cambios para los residentes a nivel de instalaciones, menús, actividades… me he ocupado también de mejorar el bienestar y mimar a los profesionales. Por ejemplo, hemos implementado sesiones de acompañamiento para las auxiliares, dando un espacio semanal para compartir con otros miembros del equipo diferentes aspectos y dificultades que pueden surgir en el día a día. También estamos celebrando el último viernes de cada mes el aniversario de los trabajadores que han cumplido años ese mes con un desayuno especial. También hacemos sesiones de pilates los lunes al mediodía para los trabajadores, nos ayuda a mejorar el bienestar físico y emocional y la verdad es que está teniendo mucho éxito, se ha apuntado muchísima gente.
También acogéis voluntariados, ¿verdad?
Sí, la interacción entre distintas generaciones es muy interesante y enriquecedora, a ellos les encanta. Lo disfrutan muchísimo. El año pasado, por ejemplo, teníamos un proyecto que empezamos en febrero de padrinos de lectura: había dos personas que tenían cada una asignado un residente y leían los libros o revistas que habían elegido. Durante unos meses compartieron con estos jóvenes toda una serie de vivencias bonitas. En este caso, los padrinos de lectura eran de un grupo de formación profesional que estaban estudiando para dedicarse a personas mayores, precisamente. También tenemos gente que viene aquí a realizar prácticas de gericultor/a, de atención directa a las personas dependientes.
¿Cómo recomendarías Mas d’Anglí a alguien de fuera?
Bien, es un espacio donde sentirse como en casa, con todos los servicios que se pueden necesitar: servicio de fisioterapia, atención médica, peluquería, podología… Es una residencia donde estar atendido las 24 horas del día, estar acompañado, compartir nuevas experiencias, sentirse querido, comer bien, porque tenemos el servicio de restauración donde los residentes cada día pueden elegir del menú diario cuando se sientan en la mesa. En Mas d’Anglí, cuidamos todos estos detalles para hacer sentir a los residentes y sus familias como en casa.