¿Cuál es el momento adecuado para dejar el domicilio propio e ir a vivir a una residencia para personas mayores? ¿Quién debe tomar esta decisión y en base a qué criterios? ¿Cómo conseguir que el cambio no sea abrupto y que la transición sea cómoda para todos?
La respuesta a estas preguntas no es fácil. Entre otras cosas, porque no hay una sola respuesta, sino seguramente tantas como personas existen en el planeta. La cuestión es que son preguntas que tarde o temprano deben contestarse. Por mucho que la preferencia inmensamente mayoritaria sea envejecer en casa, llega un momento en que esto es muy complicado o, incluso, imposible y es necesario tomar decisiones.
¿Cuándo dar el paso?
Algunos posibles motivos para considerar el ingreso en una residencia de una persona mayor son:
- Cuando no puede vivir sola de forma segura y necesita una atención constante y especializada que no se le puede proporcionar en su domicilio.
- Cuando tiene un grado de dependencia y necesita un soporte profesional. En algunos casos, se pueden recomendar ingresos temporales cuando se requiera un seguimiento continuado, como puede ser una recuperación después de una operación o cuando sea necesario realizar actividades de rehabilitación.
- Cuando supone una oportunidad de mejorar su calidad de vida, su salud y su bienestar social. La soledad no deseada puede impactar negativamente en la salud física y psíquica de las personas mayores.
- Cuando la persona manifiesta su voluntad de ir a vivir a una residencia.
- Cuando la familia no puede hacerse cargo de la persona mayor por motivos personales, laborales, económicos o de salud, y necesita un apoyo profesional y de calidad.
¿Quién debe tomar la decisión?
A la hora de tomar la decisión, la voluntad de las personas mayores debe ser, siempre que sea posible, la que marque la pauta, pero también es cierto que, a veces, esto no es posible y son sus cuidadores habituales los que deben decidir en función del estado de salud de la persona, su grado de dependencia y su evolución, las posibles complicaciones logísticas y vitales…
En cualquier caso, es muy recomendable contar con la opinión de un profesional de servicios sociales, médico o psicólogo para recibir asesoramiento y orientación sobre la mejor opción para cada persona y su familia.
¿Cómo realizar la transición?
Una vez tomada la decisión, es necesario decidir cómo se lleva a cabo la transición. ¿Y esto cómo se hace para que sea suave y relajada?
- Informarse bien sobre las diferentes opciones de residencias, sus servicios, sus requisitos y sus costes y elegir un centro que cumpla los requisitos que la persona mayor y los familiares deseen. En este artículo, dábamos varias claves a tener en cuenta a la hora de elegir la residencia más adecuada.
- Hablar con la persona mayor sobre la situación, explicarle los motivos y beneficios del ingreso, y resolver sus dudas y miedos.
- Visitar la residencia antes del ingreso, conocer al personal y otros residentes y, durante los primeros días, establecer una rutina de acompañamiento a la persona mayor.
- Dar tiempo a la persona mayor a adaptarse. Es normal que la persona mayor y su familia experimenten sentimientos contradictorios, como tristeza, culpa, alivio o angustia. Si es necesario, es recomendable buscar soporte emocional y profesional.
Las estancias temporales, una buena alternativa
Si queremos hacer una transición más lenta, en las residencias de Grup Atlàntida disponemos de fórmulas como las estancias temporales o los centros de día, para hacer que la aclimatación al nuevo espacio y a las nuevas compañías sea de forma progresiva. En este otro artículo, os damos detalles. Son soluciones que permiten disfrutar de los servicios y de la asistencia sanitaria de la residencia, sin tener que vivir permanentemente en ella, hasta que, de forma gradual, la persona mayor se vea con fuerzas de dar el paso.