Entrevista a Clara Castel, directora de la Residencia Mas d’Anglí
Mas d’Anglí Residencial fue inaugurado en junio de 2004. Se convirtió en el primer centro residencial de Grup Atlàntida. Hace dos años que Clara Castel es su directora y, desde su llegada, ha introducido nuevas terapias y servicios para garantizar la mejor calidad de vida a los residentes.
Hace más de una década trabajando en el cuidado de las personas mayores. ¿Es vocacional?
Diría que es una mezcla entre vocación y tradición familiar. Mi abuela fundó, hace más de cuarenta años, dos residencias en Barcelona, y yo, de pequeña, pasaba muchas horas allí. Siempre me ha encantado estar cerca de las personas mayores. En 2013, y después de trabajar unos años como bióloga, mi madre me ofreció la dirección de uno de esos dos centros. No tuve ni que pensarlo, acepté este nuevo reto llena de ilusión empezando una nueva etapa profesional. Y desde entonces hasta hace dos años, cuando me nombraron directora de Mas d’Anglí Residencial, de Atlàntida Residències.
Precisamente, se acaba de celebrar el 20º aniversario de la Residencia Mas d’Anglí. ¿Cómo ha evolucionado el servicio que ofrecen las residencias a lo largo de los años?
La principal diferencia que observo es que, cuando yo era una niña, las personas iban a las residencias cuando no querían vivir solas en casa. La residencia era la única opción.
Hoy en día las personas pueden escoger entre diferentes modelos de atención y, por eso, las residencias hemos tenido que adaptarnos a la sociedad actual. Las necesidades de los residentes de hace veinte años y las de los actuales no tienen nada que ver, y nuestros servicios también han tenido que ir evolucionando.
El principal objetivo es ofrecer plenitud en esta etapa de su vida y conseguir que las personas tengan la máxima calidad de vida posible, fomentando el bienestar físico, mental y emocional de todas ellas.
Mas d’Anglí es la residencia más veterana de Atlàntida. ¿Qué destacarías de este centro?
Pese a ser una residencia con capacidad para más de noventa personas, damos un servicio totalmente personalizado, adaptándonos a las necesidades de cada persona. Trabajamos bajo el sistema de auxiliares de referencia, en el que cada auxiliar atiende a un grupo reducido de residentes, así conocen perfectamente sus necesidades. El gran valor de nuestra residencia es este trato personalizado, el saber cuidar los detalles y poder ofrecer la máxima calidad de servicios y acompañamiento tanto a los residentes como a sus familiares. Para conseguirlo, la confianza lo es todo.
Además, ofrecéis terapias complementarias, como musicoterapia o arteterapia. ¿Qué beneficios tienen este tipo de actividades?
Este tipo de sesiones nos permite acercarnos a los residentes de una manera muy relajada, teniendo en cuenta que cada tipo de terapia tiene su perfil de residente. Así, para personas con un deterioro cognitivo más severo, fomentar la relación con la música es importante. Estas personas desconectan de la realidad y con la música, por ejemplo, se puede ayudar a que recuerden momentos de su vida que han sido relevantes. Ofrecemos una sesión semanal de musicoterapia expresamente para este perfil de residentes.
Por otro lado, para aquellas personas con un deterioro más moderado, practicamos arteterapia. De igual manera, a través de la pintura o de manualidades, podemos conectar con ellos.
Además, siempre hemos hecho actividades puntuales con animales, pero, desde hace unos meses, son de tipo terapéutico, es decir, hacemos un seguimiento y evaluación del impacto que genera en las personas que participan. Se ha convertido en una de las actividades estrella para aquellos residentes que han tenido un vínculo especial con estos animales en algún momento de su vida. También fomentamos, cuando hace buen tiempo, las actividades al aire libre, cuidando el huerto y disfrutando del jardín del centro. Todas estas terapias y actividades nos permiten trabajar la autoestima, fomentan las relaciones sociales entre residentes, la memoria, etc.
Finalmente, organizamos muchas otras actividades en grupos reducidos, como excursiones y visitas a monumentos o museos. Así como conferencias y charlas de expertos que invitamos a nuestra residencia a hablar de temas diversos, como la historia o la arquitectura. Al final, se trata de entender que acogemos a personas con motivaciones –y situaciones– muy diferentes y debemos ampliar nuestros servicios para que puedan participar, en la medida de sus posibilidades, en actividades que les aporten bienestar.
¿Qué otros cambios habéis implementado en los últimos años?
Trabajamos junto al equipo de Cocina y Nutrición de Serunión para mejorar la alimentación de los residentes. Se han introducido nuevos platos en los menús, entre ellos, propuestas a base de proteína vegetal. Actualmente, los residentes pueden escoger entre diversos platos del menú diario y, a la larga, me gustaría poder ofrecer también menús totalmente vegetarianos o veganos para aquellos residentes que lo deseen. Al final somos lo que comemos y la nutrición tiene un peso enorme en la salud y en cómo nos sentimos.
¿Qué otras novedades tenéis sobre la mesa?
Uno de mis principales objetivos es potenciar más las actividades destinadas a las personas con un deterioro cognitivo severo. Hemos impulsado, por ejemplo, las actividades en la sala sensorial, con diferentes, aromas, texturas o luces que permiten trabajar los sentidos primarios, que son, en definitiva, los que permiten reconectarnos con la vida. Próximamente, me gustaría incorporar otras terapias alternativas, como talleres de reflexología.
Pensando en ese futuro, ¿qué retos os planteáis en la residencia para los próximos veinte años del centro?
En cuanto a los usuarios, el gran reto del sector, y no solo nuestro, es saber adaptarse a las necesidades de los residentes y poder atender los diferentes perfiles que deberemos acoger próximamente en las residencias.
Y esto, ¿cómo se traslada al equipo?
La dificultad para encontrar personal es el gran reto del sector. Para revertir esta situación, es fundamental crear un buen ambiente de trabajo, basado en la confianza y la comunicación.
Me gustaría que todos ellos se sientan orgullosos de trabajar en este centro y puedan desarrollarse personal y profesionalmente. Tengo claro que un buen ambiente de trabajo repercute directamente en el servicio que ofrecemos y es clave para diferenciarse dentro del sector y ofrecer un servicio de calidad.
¿Ejemplos? Celebramos el cumpleaños de los trabajadores de la residencia con un desayuno especial, el último viernes de mes, o agendamos, una vez a la semana, clases de Pilates para todos los empleados que quieran. Además, hemos creado un grupo de apoyo para los auxiliares. Se trata, de la mano de nuestro equipo de psicólogos, de generar un espacio y ambiente en el que compartir y expresar dudas, dificultades, problemas…
Y, finalmente, otra cuestión clave es la formación continuada.
¿Cómo es posible hacer que la gente residente se sienta como en su casa?
La clave es el cuidado de todos los detalles, la relación de confianza y la buena comunicación entre todos: profesionales, familiares y residentes. Nos hace sentir como una gran familia. Para ello, el trato personalizado y saber acompañar a las personas en el proceso en el que estén es importantísimo.
En este sentido, también hace unos meses hemos incorporado nuevas iniciativas, como, por ejemplo, Famileo. Es una herramienta de comunicación de las familias con sus residentes. Es una red social privada para cada familia, en la que los familiares de un residente suben a esta plataforma fotografías de sus reuniones, día a día, vacaciones o lo que quieran. A final de mes se recopila y se genera una revista en papel que se entrega a los residentes. Este material, además de ser muy emotivo, nos permite trabajar la memoria, los recuerdos, el lenguaje…
Al equipo de profesionales de diversas disciplinas que diriges, se le suman personas voluntarias gracias a las que podéis implementar novedades como el programa de padrinos lectores.
Sí, afortunadamente, tenemos muchos voluntarios. Algunos son jóvenes del barrio, otros vienen de otras ciudades. Por ejemplo, recuerdo el verano pasado unos chicos de Lleida que estaban en Barcelona de colonias y vinieron unos días.
Es muy bonito ver qué personas de diferentes generaciones hablan, comparten momentos, leen juntos, escuchan música o juegan. Se crean vínculos muy especiales. Las personas mayores tienen mucha experiencia, han vivido una vida plena y es importante escucharlas para que nos enseñen a priorizar lo realmente importante y relativizar las dificultades que puedan ir surgiendo a lo largo de la vida.