Existe una duda bastante generalizada entre las personas acerca de qué es la terapia ocupacional, y es normal también que esa pregunta tenga respuestas muy diversas dependiendo del área en el que trabaje el o la terapeuta a quien se consulte. Esto dificulta más el entendimiento del rol y de las funciones que cumplimos en los espacios donde trabajamos.
Quiero ofrecer una perspectiva que abarque una respuesta adaptable a los distintos ámbitos de desarrollo de esta disciplina.
El significado de lo «ocupacional»
Es importante entender qué es lo “ocupacional”, ya que muchas veces esta palabra se asocia al empleo, lo que dificulta la comprensión.
Lo ocupacional hace referencia principalmente a las actividades de la vida diaria (AVD), que son todas aquellas actividades que realizamos cotidianamente, como vestirse, comer, utilizar el lavabo, peinarnos… hasta otras más complejas como cocinar, hacer la compra, gestionar nuestras finanzas, practicar la religión, estudiar o disfrutar de momentos de ocio y tiempo libre. Todas estas actividades conforman nuestras ocupaciones diarias y son, entre otras cosas, las que configuran nuestro sentido de identidad y dignidad.
El potencial terapéutico de las actividades cotidianas
Ahora podríamos preguntarnos: ¿Qué tiene que ver esto con la terapia? Y es que en cada una de estas actividades, existe un inmenso potencial terapéutico, tanto físico como mental. Desde pequeños y pequeñas exploramos el mundo a través del juego (la principal ocupación durante la infancia). Es esta exploración la que nos ayuda a ir entendiendo el mundo y avanzamos a pasos agigantados hasta que en la vida adulta somos capaces de planificar, organizar, secuenciar, memorizar, desplazarnos, mirar, escuchar, sentir… para cocinar un plato de comida.
La terapia ocupacional como disciplina
La terapia ocupacional es una disciplina que utiliza las actividades de la vida diaria como recurso terapéutico, aprovechando actividades que hemos realizado durante toda la vida (y que tienen un significado inherente) con un objetivo terapéutico. Ya sea que una persona mantenga su autonomía en la alimentación, que aumente su participación en la comunidad o que colabore durante la actividad de vestirse, entre muchos otros. A fin de cuentas, todas las personas queremos llegar a nuestra adultez mayor siendo autónomas. La terapia ocupacional entiende y utiliza esa motivación con un enfoque terapéutico y holístico, viendo a la persona en toda su integridad, en interrelación con su ambiente y con preferencias e intereses personales.
Terapia ocupacional en el ámbito de la geriatría
En el ámbito de la geriatría, y más específicamente, de la residencia, nos encontramos en un entorno de personas mayores tanto autónomas como en situación de dependencia, por lo que nuestros objetivos varían, pero siempre están enfocados en las ocupaciones.
Estrategias de intervención
En este contexto, intentamos mantener las destrezas que una persona utiliza para cocinar, por ejemplo, a través de la simulación de la actividad o realizándola si es posible, ya que cuando una actividad cotidiana (y de interés para la persona) se pierde, los procesos mentales y físicos que la acompañaban pueden deteriorarse.
Otro ejemplo es la exploración de los sentidos. Cuando una persona está en situación de dependencia severa y el ambiente limita su participación en actividades, el objetivo cambia y puede enfocarse en mantener su interés por el entorno, mostrando sabores, texturas, estímulos visuales o auditivos. Esto se conoce como terapia basal o terapia sensorial y es clave en el manejo de personas en situación de dependencia severa.
Movilización pasiva con sentido ocupacional
La movilización pasiva, donde el o la terapeuta mueve la extremidad de una persona que no puede hacerlo por sí misma, también es muy importante para evitar que las articulaciones pierdan movilidad y se produzca dolor o deformación de la estructura. En este aspecto, desde la terapia ocupacional, el o la terapeuta intentarán movilizar las extremidades, pero con un sentido ocupacional y siempre haciendo parte de la intervención a la persona, entregando información de lo que está ocurriendo y de lo que se va a realizar. Por ejemplo: “vamos a mover el brazo como si nos estuviéramos peinando” o “vamos a tocarnos la cara como si nos estuviéramos poniendo crema”. Todos estos hábitos, rituales y actividades están llenos de sentido para cada uno de nosotros y son parte de nuestra personalidad e integridad personal.
En conclusión, la terapia ocupacional es una disciplina que, al centrarse en las actividades de la vida diaria, no solo busca mantener habilidades funcionales, sino también preservar la autonomía y la dignidad a lo largo de todas las etapas de la vida. Desde la infancia hasta la vejez, cada actividad cotidiana representa una oportunidad terapéutica para fortalecer tanto el bienestar físico como mental de las personas. En entornos como la geriatría, donde la participación en actividades puede verse comprometida, la terapia ocupacional se adapta para promover la participación activa, estimular los sentidos y mantener conexiones significativas con el entorno. Así, reconoce y respeta la individualidad de cada persona, integrando sus preferencias y experiencias en un enfoque holístico que promueve la salud y el bienestar integral.
Fernanda Arduengo G.
Terapeuta ocupacional