
Todos hemos vivido esa situación incómoda: estamos contando algo, lo tenemos clarísimo en la cabeza… pero el nombre no sale. «¿Cómo se llama eso…? ¡Lo tengo en la punta de la lengua!». Cuanto mayores nos hacemos, más habitual parece que sea ese pequeño “vacío” mental. Pero, ¿por qué ocurre este fenómeno?
Todo el mundo tiene olvidos ocasionales de datos importantes, o comete errores puntuales, pero no debe ser motivo de preocupación si somos plenamente conscientes de ello y no suponen un problema para nuestra actividad cotidiana.
Con la edad es más frecuente olvidar nombres de cosas, personas o sitios. No quiere decir que estemos perdiendo la memoria, sino que nuestro cerebro procesa y recupera la información de forma diferente a medida que envejecemos.
Los nombres propios (personas, sitios, marcas…) son especialmente difíciles de recuperar porque no tienen un significado asociativo claro como otras palabras. Por ejemplo, si olvidas la palabra mesa, puedes pensar en «mobiliario», «comida», «sillas»… Pero si olvidas el nombre Paquita, no hay muchas pistas que te ayuden.
Con el paso del tiempo, la velocidad con la que el cerebro accede a la información puede disminuir ligeramente. Esto no quiere decir que perdamos recuerdos, sino que el camino para acceder a ellos es algo más lento o menos eficiente.
Además, el cerebro adulto ha acumulado miles de nombres y datos a lo largo de su vida. El problema no es tanto recordar sino seleccionar y acceder a la información precisa en el momento adecuado. Se cree que el hecho de tener mucha información antigua almacenada puede dificultar recordar eventos más recientes.
Cuando hace tiempo que no se utiliza una información, puede resultar más difícil evocarla. Pero si queremos reaprenderla, como ya la habíamos adquirido, nos será más fácil.
Hay que tener en cuenta que en algunos casos existen experiencias que olvidamos para intentar reducir inconscientemente un impacto doloroso o traumático.
Este fenómeno tiene un nombre: «el efecto punta de la lengua». Es cuando sabes que conoces una palabra, pero no te sale el nombre. Curiosamente, recordamos a menudo la primera letra, el número de sílabas o alguna característica sonora, pero no la palabra completa.
Es más común con la edad, pero también puede aparecer en situaciones de estrés, cansancio o cuando estamos haciendo muchas cosas a la vez.
Aunque es un proceso natural, existen maneras de mantener más ágil la capacidad de recordar nombres y palabras:
Los olvidos, lapsus y distracciones cotidianos son normales. Si son más frecuentes o afectan a las tareas habituales y no es atribuible al estrés o a circunstancias concretas, se recomienda consultar con el médico.
Y si alguna vez te quedas en blanco… respira, sonríe y di: “¡Lo tengo en la punta de la lengua!” —¡seguro que alguien te ayuda a encontrarlo!
Dra. Claudia Pueyo
Atlàntida Residències