La rutina, la obligación, sentirse útil y realizado, las relaciones interpersonales y el entretenimiento son parte del mundo laboral, pero todo esto un día se acaba y nos tenemos que plantear una nueva situación; La jubilación y un cambio de hábitos. Ante esta nueva etapa hay quién sueña en hacer todo aquello que no ha podido hacer durante años de trabajo pero también hay gente que le supone un duro afrontamiento. Desde las Residencias del Grup Atlàntida, abordamos este tema. ¿Qué supone para la persona el hecho de jubilarse?
No hay dos personas iguales y no todo el mundo reacciona del mismo modo pero lo que sí sabemos, es que los cambios traen asociados otros cambios y una nueva adaptación a la rutina diaria. En cuanto a la jubilación encontramos que, en algunos casos, puede darse tristeza y ansiedad por el hecho de asociar esta situación a una etapa de pérdidas (sociales, económicas y personales). Mucha gente cuando llega la edad de jubilarse se identifica con la vejez. Los planteamientos que se habían hecho hasta entonces cambian y nuevas cuestiones se ponen sobre la mesa. «Qué haré a partir de ahora? O ¿cómo organizaré mi rutina?» Suelen ser preguntas que vienen a la mente del sujeto.
Pero a pesar de que a la jubilación se da un cambio, no todo el mundo la vive desde la tristeza. Hemos preguntado a nuestros protagonistas y hemos encontrado vivencias interesantes. Unos explican que deseaban jubilarse para disfrutar de nuevas actividades y de un mayor tiempo para hacer diferentes cosas. Otros explican que la jubilación los trajo durante unos cuantos años a volver a hacer de padres, puesto que han tenido que cuidar de los nietos, debido a la imposibilidad que lo hicieran los hijos. Otros han optado por retirarse de las obligaciones sociales y estar tranquilos en casa. Sea como fuere, se sabe que el grado de felicidad de las personas jubiladas aumenta cuando se sienten activas y cuando emprenden nuevas actividades.
Las personas mayores del centro nos explican que la actividad los ayuda mucho. Algunos confiesan que cuando han tenido un tiempo prolongado dónde han estado inactivos, no sólo han estado más tristes sino que físicamente también se han encontrado peor. Agradecen que en la residencia se les ofrezca un amplio abanico de actividades y que se inicien nuevas tareas en las cuales siguen aprendiendo. También añaden que la relación social los mantiene más contentos.
Cuestión de actitud. Aquellos que visualizan un futuro con nuevas oportunidades disfrutan del mismo modo que si todavía estuvieran activos laboralmente, pero aquellos que caen en la certeza que después de la jubilación se cierran muchas puertas viven resignados y con poca alegría.
Los estudios psicológicos sobre la jubilación hablan de etapas, de entre las cuales está la preadaptación y la adaptación a la nueva rutina. Estas etapas están sujetas a las expectativas y a la situación personal de cada cual. Lo que está claro es que cualquier cambio es una nueva oportunidad de crecimiento.
Hoy en día la jubilación se vive de manera muy diferente de tiempos antiguos. La persona disfruta de muchas posibilidades que hacen que el sujeto se sienta igualmente activo, y con igual relación social. Hacer viajes, aprender un nuevo idioma, hacer tareas lúdicas, talleres variados y lugares donde conocer gente, son opciones muy atractivas.
La vida es un proceso de cambio pero no por eso, quiere decir que peor. Jubilación y vejez se asocian con la edad pero no por la personalidad. El señor X, que tiene 98 años, comenta que no ha parado desde su jubilación y que ahora ha venido a la residencia para seguir aprendiendo cosas nuevas y conocer a nueva gente. ¡Fantástico!
Núria Costa
Psicóloga Mas Piteu