Lo sabemos. Hay muchos tipos de inteligencia, pero hay una que nos facilita la vida a muchos niveles, que es buena en todas las edades y que es tan sana como necesaria. Hablamos de la inteligencia emocional. Daniel Goleman, fue el primero en teorizar este concepto y lo definió como la capacidad de reconocer los sentimientos (propios y ajenos) y la habilidad para manejarlos.
En las residencias de Grup Atlàntida, nos ocupamos de trabajar este tema con nuestros residentes y creemos oportuno, explicaros el secreto de la inteligencia emocional durante la vejez.
Hay cinco competencias a la hora de tener en cuenta la inteligencia emocional.
1. Conocer las propias emociones.
2. Autocontrol de los sentimientos para adecuarlos a las situaciones.
3. Automotivación para lograr metas.
4. Reconocimiento de las emociones ajenas.
5. Habilidad para relacionarnos de manera adecuada.
Resumidamente podríamos decir que este tipo de inteligencia radica en dirigir y controlar las emociones. Pero ¿Por qué trabajarla durante la vejez? Las razones por las que supone un tema relevante a esta etapa de la vida son:
– Por la interacción que se da entre emoción y procesos cognitivos.
– Para que influyen en la toma de decisiones.
– Para que afectan la atención, la memoria y el pensamiento
– Para que da herramientas de socialización con otras personas.
Se ha demostrado que la activación emocional negativa trae consecuencias perjudiciales para las personas mayores y que de manera contraria; las emociones positivas son buenas no sólo para el estado anímico, sino por el sistema inmunitario.
En los talleres de psicología de grupo Atlántida trabajamos estos aspectos para mejorar la calidad de vida de los abuelos. En primer lugar trabajamos nuestras propias emociones; que sentimos? ¿Por qué? Qué pensamientos asociamos a esa emoción? … A partir de aquí aplicamos técnicas de autocontrol y manejo de las emociones negativas. También trabajamos la relajación cuerpo y mente con el objetivo de encontrar el equilibrio. Todo esto nos ayuda para desarrollar automotivación.
En segundo lugar aprendemos a reconocer las emociones de los demás compañeros y trabajamos las habilidades sociales. Practicamos la conducta asertiva, la tolerancia, el diálogo, la expresión verbal y no verbal … y desarrollamos estrategias que nos ayuden a potenciar el bienestar.
Los resultados de estas sesiones con nuestros residentes potencian la socialización, generan una mejor calidad de vida y aumentan el estado anímico.
Núria Costa
Psicóloga Mas Piteu