Las úlceras por presión son una complicación frecuente en personas mayores con movilidad reducida. En este artículo repasamos cómo se originan, qué consecuencias tienen y qué medidas marcan la diferencia.
Las úlceras por presión (UPP), también conocidas como llagas, son una de las complicaciones más frecuentes en personas mayores con movilidad reducida. Según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, afectan aproximadamente a entre el 5-7% de los pacientes hospitalizados y hasta al 20% de quienes viven en residencias de larga estancia. En muchos casos se trata de lesiones evitables con una buena estrategia de prevención.
Las UPP aparecen cuando una zona del cuerpo soporta presión constante durante demasiado tiempo, lo que interrumpe la circulación sanguínea y acaba dañando la piel y los tejidos subyacentes. Son más frecuentes en talones, glúteos, zona del sacro, codos y espalda.
El riesgo aumenta en personas mayores, debido a:
El problema no es solo estético ni superficial: si progresan, las UPP pueden provocar infecciones, dolor crónico y una merma importante en la calidad de vida.
Las úlceras por presión evolucionan en cuatro estadios: desde el enrojecimiento cutáneo inicial hasta la afectación profunda del músculo, o incluso del hueso. Una vez instauradas, su tratamiento es largo, costoso y requiere atención especializada. Además, pueden ser una puerta de entrada a infecciones graves, como celulitis o sepsis. De ahí la importancia de que la prevención se convierta en una rutina diaria, especialmente en entornos de cuidados domiciliarios y residenciales.

Hoy existen numerosas herramientas diseñadas para reducir la presión mantenida y proteger la piel de las personas mayores. Entre las más utilizadas encontramos:
La elección del dispositivo dependerá del grado de movilidad del paciente, su estado nutricional y el tiempo que pasa encamado o sentado.
Más allá de los dispositivos, la clave para la prevención de este tipo de lesiones está en adoptar rutinas diarias que minimicen el riesgo. Estas actuaciones son muy importantes para evitar la aparición de las úlceras por presión:

Las úlceras por presión son una complicación frecuente, pero no inevitable. La combinación de dispositivos adecuados y hábitos de prevención adaptados a cada persona puede reducir drásticamente su aparición. Invertir en esta prevención no solo ahorra tratamientos complejos, sino que, sobre todo, mejora la calidad de vida de las personas mayores, ofreciéndoles confort y dignidad en su día a día.
En las residencias de Atlàntida contamos con profesionales especializados en geriatría y cuidados prolongados que pueden asesorarte y ofrecerte los recursos necesarios para garantizar una atención segura y de calidad.
Dra. Claudia Pueyo
Centro Médico Atlántida
