¿Alguna vez habéis compartido habitación con otra persona? A las residencias de gente mayor es una práctica muy demandada en la actualidad.
Nuestra habitación es un espacio que permite intimidad y que se puede personalizar nuestro gusto. Favorece el sentimiento de pertenencia, como casa nuestra, y garantiza a cada cual su parcela de privacidad. Las familias, en muchas ocasiones, tienen miedo de que sus familiares compartan habitación, puesto que hay un pensamiento de pérdida de la intimidad de la misma persona.
¿Pero realmente es así?
Aquí descubriremos que no es realmente así y que compartir habitación con otra persona genera beneficios a corto plazo.
Uno de los mayores beneficios por el residente de estar en una habitación compartida es la seguridad de contar con otra persona que en un momento dado, cuando tiene un problema, lo puede ayudar.
Todo esto, implica otra ventaja relacionada con las relaciones sociales y vínculos que se crean dentro de la habitación. Aparte, de dar seguridad, fomenta la interrelación en la vida cotidiana, creando lazos de amistad que pueden perdurar en el tiempo, los cuales se van tejiendo, potenciando la socialización e inciden a atrasar el avance de los procesos degenerativos.
Un rasgo importante de vivir en una habitación compartida, naturalmente, es ayudar a prevenir la soledad no deseada a la gente mayor. Por circunstancias, estas personas han visto reducido su entorno social y convivir con otro compañero u otra compañera de habitación inserta a perder este sentimiento de soledad y poder crear una nueva red social enriquecedora.
Si hablamos del tema familiar, también encontramos beneficios que ayudan a las personas grandes a querer compartir habitación. En ciertas ocasiones, son matrimonios o hermanos que por circunstancias de la vida tienen que vivir en una residencia. Con esta opción de compartir, ayuda a no romper los vínculos familiares y compartir con alguien de mucha confianza, que pertenece a su núcleo de toda la vida.
Si pensamos en vínculos afectivos, una ventaja muy relevante es el bienestar anímico. Muchas personas grandes se sienten, a veces, depresivas y compartir habitación con otra persona que tiene unos sentimientos similares, comporta en ellos unos afectos de consolarse y animarse en estos momentos, sobre todo, por la noche donde se quedan solo en la habitación. Esto implica dar más fortaleza ambos individuos.
(Foto de archivo) (gente mayor, estrechando vínculos emocionales)
Cuando empezamos a vivir a una residencia tenemos el miedo de compartir una habitación porque pensamos que la persona no se acostumbrará a la otra. ¿Creemos esto de verdad? Con la experiencia de testar este “compartimos” se ha experimentado un gran beneficio para las personas grandes, puesto que muchas de ellas, después de un tiempo determinado, deciden no cambiar en una habitación individual porque se sienten con una autoestima y autonomía más potenciadas y han creado un vínculo a veces tan fuerte que no quieren gastarse de la compañía de la otra persona.
Para concluir, después de enumerar unas cuántas ventajas al compartir habitación, podemos llegar, al fin y al cabo, que compartir genera beneficios en las diferentes áreas de las personas grandes, tanto en el ámbito conductual, cognitivo, emocional, físico y social. Todo esto implica unos sentimientos positivos a las personas y una sensación de satisfacción generalizada que garantiza una adecuada comunicación entre personas grandes, creando una red social con el entorno más inmediato, pudiéndola denominar la familia que nosotros hemos escogido.
¿Creéis que es muy enriquecedor volver a tener una convivencia diferente dentro de nuestra etapa vital?
MARCOS SÁNDEZ
Educador Social
Residencia Maragall