Javier Rodríguez Quinteiro es el director de la nueva residencia de Grup Atlàntida que ahora entra en funcionamiento, Maragall Residencial. Tiene 28 años, nació en Santiago de Compostela y trabaja en el Grup Atlàntida desde 2018. Graduado en Trabajo Social (Universidad de Santiago de Compostela), máster en Gestión de Servicios Sociosanitarios (London School of Business and Management) y postgrado en Dirección y Gestión de Centros Gerontológicos (Universitat Autònoma de Barcelona). Una persona con formación, con experiencia y, sobre todo, con vocación de servicio porque, como él dice, “se trata de ayudar a las personas”.
¿Por qué la opción profesional de dedicarse a la atención a las personas mayores?
Cuando me gradué en Trabajo Social tuve varias experiencias en este campo tanto en Galicia como en el extranjero, concretamente en Italia y en Reino Unido. Después de un año y medio trabajando en Inglaterra, en este caso en el sector de la atención a la violencia de género, surgió una oportunidad laboral en una residencia para mayores en Barcelona y la acepté. Mientras estudiaba la carrera, ya me había interesado por este sector. Teníamos diferentes optativas y me quedé con la relacionada con la dependencia y la tercera edad. Las prácticas de la carrera las hice en una residencia para mayores y aún me gustó más. Es de la rama de lo social y se trata de ayudar a las personas. Y esto es lo que me gusta y lo que quiero hacer. Además, quieras o no, hablamos de una etapa a la que todos aspiramos – o al menos es lo que yo quiero -, llegar a mayor y poder ser bien atendido.
Atender bien a las personas. mayores es lo que hacemos en las residencias.
Atender bien a las personas mayores es lo que hacemos en las residencias. Con todo lo que ha pasado con la Covid creo que se ha generado una imagen que no es la realidad de las residencias de hoy. No es como los asilos del pasado o como la beneficencia de la que se hablaba hace 70 años. Se ha evolucionado mucho. Cierto que aún hoy me encuentro con comentarios del estilo “¡qué lástima!”, o bien “¿no té da pena trabajar en este sector?”. Siempre respondo que no, que ni lástima ni pena, que ojalá pueda yo llegar a mayor y ser atendido en una residencia como la nuestra. Y esta es precisamente la impresión positiva que se lleva quién viene a conocernos y a visitar nuestra residencia.
¿Cuánto tiempo llevas trabajando con Grup Atlàntida?
Desde el año 2018. Primero como coordinador en Mas d’Anglí, compaginándolo como trabajador social en otra empresa, y después como adjunto a dirección en Mas Piteu, dos meses antes de declararse la pandemia. En verano de 2020 regresé a Mas d’Anglí como adjunto a dirección, y en agosto de 2021 empecé en la dirección de Maragall Residencial.
¿Qué supone este nuevo paso profesional, ahora en la dirección y, además, en un centro nuevo?
Me lo tomo con mucha ilusión. Cuando me entrevistaron para esta responsabilidad, la verdad es que sentía cierto respeto en relación con mi edad. Pensaba que quizás era demasiado joven y que era demasiado pronto, pero creo que si estás convencido de lo que haces y lo haces con determinación, dedicación, conocimiento e ilusión, debe ir bien. He aprendido mucho en las responsabilidades ejercidas hasta ahora, especialmente como adjunto a dirección en Mas d’Anglí. Después tengo la especialidad como trabajador social, que no he dejado nunca. Y ahora aquí, en este nuevo centro, lo que intento es quedarme con un poco de cada perfil profesional que he conocido y ver cómo trabaja cada uno de ellos; porque debes conocer y controlar todos los aspectos, no solo la dirección. Debes velar por todo el proyecto, por la gestión del edificio, desde las pequeñas cosas hasta las más destacadas, y debes velar también que la actividad funcione y que lo haga de manera adecuada. Estoy muy contento de tener la oportunidad de poderlo hacer.
¿Cómo profesional, qué valoras especialmente de Grup Atlàntida?
Que desde el primer momento me sentí muy acompañado. Por ejemplo, en la primera entrevista de trabajo con Pere Abelló, me saludó en gallego. Son pequeñas cosas, lo sé; pero estos pequeños detalles cuentan mucho y te ayudan a entrar en un grupo y a sentir que formas parte de un equipo. Porque somos un equipo y trabajamos en equipo. Y así lo he vivido en Mas Piteu y en Mas d’Anglí, desde el minuto cero, cuando aún no conocía muy bien el trabajo, o cuando en un momento determinado me quedé solo como coordinador porque a mi compañera del equipo de coordinación debían operarla, o cuando llegó la pandemia. Trabajo en equipo, apoyo desde el primer día. Hacer equipo.
¿Y desde el punto de vista del usuario, qué destacarías?
Que se escucha a las personas. Uno de los miedos que tienen las familias y los propios residentes es precisamente el no poder decir o decir y que su opinión no sea escuchada. Esto no puede funcionar así. Cuando una persona entra en la residencia, aquí se realiza una entrevista de coordinación, extensa, que es muy importante, además de la valoración de cada perfil profesional (enfermera, médico, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional …). También el paso previo a la familia. Conocernos antes de entrar. Y después, la comunicación con la familia y con el residente también resulta básica. Cuando una persona ingresa, los 15 primeros días son clave. ¡Porque al final es adaptación! Y que el residente y su familiar vean que somos un equipo, que todos vamos en la misma dirección y que todos queremos lo mismo, que es ayudarlos a vivir mejor y que aquí se sientan como en casa.
Residencial Maragall
¿Cómo describirías el nuevo centro de Maragall Residencial?
Es un edificio nuevo. A estrenar. Con todas las herramientas y la tecnología más reciente del mercado para facilitar una mejor atención a los residentes y facilitar también y ayudar a los profesionales en su trabajo, que sea más eficiente. Las tablets, el sistema llama a la enfermera, con smartphones … Estaremos todos conectados. Y el propio edificio, cómo ha sido diseñado, también facilitará el trabajo. Cómo se han distribuido los diferentes espacios, con dos comedores, por ejemplo, uno mayor y comunitario y otro asistido … Creo que será una residencia para disfrutar mucho los espacios comunes y por ello la oferta de actividades será amplia y extensa.
Si tuviera que definir la nueva residencia de forma resumida, diría que es moderna, cercana, con atención integral y con calidad asistencial.
¿Qué objetivos te has marcado?
Por un lado, la satisfacción de los residentes en todas las áreas, desde la asistencial hasta la alimentación, la comunicación con las familias y con los mismos residentes, que los residentes se sientan como en casa … Hay personas que al llegar a una residencia tienen el sentimiento de haber sido castigadas, que la familia no quiere hacerse cargo de ellas en la última etapa de su vida. Y esto no es así. La gran mayoría, un 95%, a las dos semanas ya ve que lo que sus familias quieren es poder proporcionarles la mejor atención. Porque no es lo mismo estarse en casa con solo un cuidador o cuidadora, que es una única persona, o en un centro con médico, enfermera, fisio, educador social, trabajador social, coordinador … Todo un equipo que está a su servicio. ¡Y los residentes pueden salir cuando quieran! ¡No encerramos a nadie!
Por otra parte, también es un objetivo conseguir que mi equipo se sienta bien, que esté satisfecho en el trabajo, que venga contento a trabajar. Porque creo que una persona es mucho más productiva cuando está contenta. Hacer equipo, que los trabajadores se sientan integrados en él y que estén contentos, y que tal y como ellos dan a la empresa, la empresa también les corresponda.
Este nuevo proyecto se ha desarrollado en un momento complicado a causa de la Covid, aún más, si cabe, para el sector de las residencias. Los has comentado tú mismo. ¿A las percepciones que ya existían, se ha sumado el miedo a la residencia como lugar no seguro?
La pandemia ha sido una experiencia complicada de la que hemos extraído lecciones. Pero todos deben tener presente que las residencias son espacios seguros. Si nos ceñimos al protocolo de Salud, que lo hacemos, y lo hacemos bien, nada debe suceder.
Cuando comenzó la pandemia, no fue fácil. Existía desconcierto. En las familias y en nosotros mismos. Porque no había información. No llegaba el material. No se sabía si el virus estaba en la superficie. Lo que sí sabíamos nosotros, todo el equipo, es que queríamos ayudar. Y todos lo dimos todo, nos implicamos y esforzamos al máximo. Tuvimos cierres, confinamientos, positivos … Pero poco a poco nos fuimos recuperando.
¿Las familias y los futuros residentes os preguntan sobre la Covid?
Lo que sobre todo preguntan es cuántas veces podrán visitar a su familiar o si podrán hacer salidas y cómo realizamos el protocolo. Nosotros siempre lo haremos de acuerdo con lo que indique Salud y con sentido común. Queremos que las familias puedan verse, de la misma manera que yo querría poder ver a mis padres, pero con organización y sin perjudicar al resto.
¿Si tuvieras que decir una sola frase a las familias o posibles usuarios de vuestro servicio que están pendientes de tomar una decisión sobre la nueva residencia, qué les dirías?
Las residencias son espacios seguros porque por los protocolos que se aplican y cómo se trabaja, cómo se organiza, no hay otro lugar más seguro; y aquí, además, te haremos sentir como en casa.