Después de toda la vida trabajando, la jubilación abre una nueva etapa en nuestras vidas. En principio, es una etapa que más o menos todo el mundo espera con actitud positiva, a no ser que sea una jubilación traumática (prejubilación, despido ….). Pero a pesar de que esperamos la jubilación con buena cara, no siempre salen las cosas como queremos, especialmente si la persona que se jubila es nuestra pareja.
Nuestra manera de vivir hace que mucha se defina en función de su trabajo. Y más si es un trabajo absorbente al que le dedican muchas horas al día. Por ello, es muy importante afrontar la jubilación con antelación, si es posible, para anticipar lo que puede pasar. En el caso de la gente que pasa muchas horas trabajando, o que incluso, se llevan trabajo a casa, se encuentran de repente con muchas horas libres y muchas más horas de convivencia con la pareja. Ir preparando el terreno, pues, puede ser una buena manera de evitar problemas.
Cuatro fases
Diversos estudios señalan que hay hasta cuatro fases de adaptación a la jubilación, aunque no todo el mundo pasa por todo este proceso:
- fase de felicidad o de luna de miel. Suele ocupar los primeros días de jubilación. Nos sentimos como si estuviéramos de vacaciones perpetuas y hacemos muchos planes para los días que vendrán.
- fase de desencanto. Es cuando nos damos cuenta de que quizá las cosas no irán como nos habíamos imaginado y que tal vez nuestras expectativas eran demasiado altas. Puede coincidir con el momento en que nos hacemos conscientes de nuestro nuevo estatus económico y de que tenemos que redefinirnos como personas post-trabajo. En esta fase, hay personas que pueden sufrir trastornos depresivos o de angustia.
- fase de reorientación. Si hemos pasado por la fase anterior, es cuando nos damos cuenta de que tenemos que fijarnos unas expectativas nuevas, más realistas.
- fase de estabilización. Fruto de todo este proceso, este es el momento en que nos amoldamos a nuestra nueva situación personal.
También se señalan unos factores de riesgo que pueden incidir en este proceso, como la falta de proyectos personales -quizás estábamos demasiado absorbidos por el trabajo-, el hecho de tener problemas de salud o económicos o tener una red de apoyo social corta.
Planificación
La planificación, pues, es una de las claves más potentes para disfrutar de una jubilación positiva. En los años o meses anteriores, podemos empezar a buscar actividades para realizar en común con nuestra pareja que está a punto de jubilarse. Y no sólo buscarlas, sino incluso empezar a hacerlas para que así el cambio no es tan repentino.
También es muy importante, si se puede, mantenerse rodeados de la familia y los amigos y realizar con ellos actividades diversas que nos mantengan despiertos intelectualmente y físicamente activos. Incluso, podemos plantearnos hacer aquellas cosas que no pudimos hacer antes, como aprender idiomas, clases de baile o cocina o iniciar aquellos estudios que aparcamos debido a las obligaciones laborales.