Las fiestas de Navidad suelen ser sinónimo de grandes encuentros familiares, sobre todo en los días más señalados, con comilonas importantes e Intercambio de regalos entre todos. Es el momento en que todo el mundo aprovecha para ponerse al día con aquellos familiares que no ha visto a lo largo del resto del año a causa de sus obligaciones laborales y familiares. El teléfono no suple el contacto directo y presencial y, por eso, los encuentros como los del período navideño son considerados insustituibles por mucha gente.
En esta época, no hay que olvidarse de la gente mayor. En muchas ocasiones, sus rutinas diarias no encajan en el ritmo acelerado de los adultos que trabajan, ni en los horarios escolares de los nietos y nietas. Esto hace que las oportunidades para verse, para encontrarse, para comprobar que todo va bien y que las nuevas generaciones crecen sanas y felices sean pocas durante el año. Si, además, la persona mayor vive en una residencia, las opciones de verse son aún menores. Y por eso, las fiestas de Navidad son el “gran momento” para recuperar el contacto con los abuelos y abuelas que quizás hace un año que no vemos.
Unas fiestas que unen
Lo que más valora la gente mayor es precisamente eso: que estas fiestas unen. Hace unos años, se lo preguntamos a quienes viven en alguna de las residencias de Grup Atlàntida y la respuesta fue clara: la mayoría mantienen firmemente que son fiestas que deben mantenerse, que son bonitas, que a pesar de las faltas, unen y que aunque existan sentimientos de pérdida, son festividades muy importantes.
También explicaban que encaran estas fiestas con unas perspectivas diferentes de hace varios años, cuando eran adultos y eran los “responsables” de las celebraciones. No tener que cocinar para tanta gente, por ejemplo, puede ser un alivio y permite disfrutar de las fiestas de una manera más tranquila, con un rol de “invitado”, y con la ilusión de volver a ver a los nietos y nietas y comprobar que todo va bien.
Combatir la soledad
Por encima de todo, es el momento ideal para estar juntos. En caso de no tener familia o tenerla lejos, muchos de los que viven en las residencias Atlántida valoran positivamente la posibilidad de pasar las fiestas con otras personas que se encuentran en su misma situación. De este modo, se apoyan y disminuye el sentimiento de soledad, que es una de las peores sensaciones de la vejez.
Las vicisitudes de la vida pueden provocar que muchos mayores se sientan solos, no sólo en Navidad sino todo el año. Hay que tenerlo en cuenta y dedicarles, cuando se pueda, un poco de tiempo: llamarlo a menudo si es un pariente, para no perder el contacto, o visitar de vez en cuando a los vecinos de edad avanzada para hacerles saber que estamos cerca.