Ya hace años que se sabe que el calor extremo aumenta la mortalidad. Por ejemplo, se calcula que durante la espectacular ola de calor de 2003 se produjeron 72.000 muertes en todo el sur de Europa relacionadas de algún modo con este fenómeno ambiental. Con el cambio climático, todos los expertos señalan, no sólo que estos episodios de calor extremo serán más habituales, sino que serán también más largos y que empezarán antes en el calendario y terminarán más tarde. En 2022 la primera ola de calor ha llegado en mayo.
Pero no sólo se extremarán las olas de calor. Debido al cambio climático, que comporta el calentamiento global, la temperatura media del planeta va aumentando progresivamente. A pesar de nuestra capacidad de adaptación a este fenómeno, se calcula que cada grado de más sube un 3,3% la mortalidad. Según un estudio de 2016 publicado en la revista Environment International, alrededor de 1.300 personas mueren cada año en España a causa del calor. Más que por frío.
¿Cómo hacerle frente?
El aumento de la temperatura afecta sobre todo a las personas que padecen alguna enfermedad crónica de tipo cardiovascular, respiratoria, del sistema nervioso central y de carácter psíquico. El calor puede agravar su situación y provocarles deshidratación y problemas de termoregulación -los mecanismos internos de nuestro cuerpo que ayudan a mantener la temperatura corporal en torno a los 36-37 grados-. La gente mayor y los menores de 4 años son franjas de la población también especialmente vulnerable al calor extremo.
Para hacer frente a esta situación, los expertos apuntan varios consejos:
- Evitar salir a la calle en las horas centrales del día, cuando hace más calor.
- Cubrirnos con ropa el cuerpo y, sobre todo, la cabeza.
- Hidratarnos bien y con frecuencia.
- Buscar espacios que tengan una temperatura más suave, como habitaciones oscuras o locales climatizados.
Aparte de estas recomendaciones de tipo personal y de la lucha global contra el cambio climático, los expertos también reclaman cambios más estructurales: poner más verde en los espacios públicos, mejorar la climatización de servicios públicos como escuelas y bibliotecas, conseguir que aumenten las viviendas con buen aislamiento térmico y garantizar un precio justo de la energía. Y, sobre todo, que las políticas públicas tengan claro que la mortalidad asociada al calor tiene una clara deriva de desigualdad: los colectivos, barrios y poblaciones más vulnerables son quienes más la padecen.
Una web interactiva en Barcelona
Entre las medidas que se han puesto en marcha en Barcelona para minimizar el impacto del aumento de la temperatura, existe una web interactiva que permite ver diferentes indicadores climáticos en el conjunto de la ciudad o por barrios. “La web Temperatura i mortalitat a Barcelona (TEMOB) ofrece por primera vez estimaciones directas y fiables de la relación entre el calor y la mortalidad, y su impacto, a partir de series diarias de datos por un período muy amplio de tiempo (1987-2016) y por los 73 barrios de Barcelona”, explican desde la Agència de Salut Pública de Barcelona.