Mantener unas rutinas y marcar unos horarios en nuestro día a día es bueno y, a la población en general, nos da seguridad, comodidad y nos ayuda a avanzarnos a acontecimientos y tener sensación de control sobre el entorno. Puede ser que esta sensación de dominio sea todavía más importante a medida que vamos envejeciendo, pues se va perdiendo autonomía y se debilitan algunas de nuestras capacidades físicas y cognitivas, lo que comporta una pérdida de la sensación de control (tanto de nuestras decisiones como del que sucede a nuestro alrededor).
Sin embargo, en el ámbito residencial o en los centros de día, además de seguir ciertos horarios y participar en las dinámicas propuestas regularmente, es importante dedicar tiempo a organizar y llevar a cabo algunos acontecimientos especiales, como son pequeñas salidas fuera del centro, como por ejemplo, paseos por la ciudad o un parque cercano, visitas a museos, rutas o excursiones por un entorno más natural, etc. o talleres especiales que se realicen de forma puntual. Abandonar la dinámica del centro por unos momentos crea la posibilidad de vivir nuevas experiencias que proporcionan amplios beneficios en nuestros residentes. Entre algunos de ellos encontramos que estas actividades especiales son un medio para potenciar los vínculos sociales – en un espacio distendido e inusual los residentes son más proclives a interaccionar con personas ajenas pero también entre ellos mismos – evita el aislamiento con el entorno o hace crecer el interés por el exterior y aumenta la motivación de los residentes, lo que en conjunto mejora la calidad de vida de las personas.
Esta motivación no sólo se ve el día de “la actividad especial” sino que, con anterioridad, en la planificación del taller/excursión los días anteriores, es importante incluir e intercambiar información sobre este hecho entre profesionales y residentes (clima, saber qué es lo que haremos, por qué lo haremos, etc.). Además de mantener la ilusión por hacer cosas nuevas, esto les ayuda a mantener una buena autoestima al ver que todavía son capaces de decidir cosas que afectan a su día a día y potencia el trabajo de diferentes funciones cognitivas como la planificación, la memoria y la estimulación del lenguaje de una manera mucho más lúdica.
Posteriormente a la salida o al acontecimiento especial, una buena idea es crear un espacio dedicado a compartir la experiencia, puede ser también con aquellos residentes que no han podido disfrutar del viaje o la dinámica, e intentar recordar el que se ha hecho e incluso trabajar aspectos de reminiscencia al recordar salidas/actividades parecidas previas al ingreso a la residencia.
Por último, hay que añadir que, en cuanto a la planificación del acontecimiento especial, además de tener en cuenta los intereses de los residentes, es conveniente, siempre que sea posible, aprovechar una festividad, pues ayuda a mantener la orientación temporal de nuestros residentes. Por ejemplo, ahora que se acerca la Castanyada, hacer panellets entre todos nos recuerda que estamos en otoño y que durante esta época del año es típico comer estos dulces y también castañas, o por Navidad, poder disfrutar de una salida algún mercado navideño como el de la Feria de Santa Llúcia, etc).
Mireia Abad
Educadora Social – Mas d’Anglí