Todos los datos disponibles ponen de manifiesto que las mujeres viven más que los hombres. En Catalunya, con una tendencia similar a la de los países desarrollados, la diferencia es superior a los cinco años: en promedio, las mujeres tienen una esperanza de vida de 86,2 años, mientras que la de los hombres es de 80,7 años.
No se sabe con exactitud las razones de esa diferencia en la longevidad, pero siempre se había atribuido a las diferencias en el estilo de vida entre hombres y mujeres: cuestiones como el tabaquismo, el consumo de alcohol, la dieta equilibrada, la actividad física regular… Pero hace unos meses se confirmó una sospecha de los investigadores: la pérdida de un cromosoma con la edad puede contribuir a explicar que los hombres vivan menos.
El cromosoma Y
Según este estudio publicado en la revista Science el pasado verano, un defecto genético llamado mLOY provoca en los hombres la pérdida del cromosoma Y, el cromosoma que determina el sexo biológico en el momento de nacer. Esta mutación, según las investigaciones realizadas por el investigador sueco Lars Forsberg (Universidad de Uppsala) en los últimos años, supone que aumenta el riesgo de padecer cáncer y se triplica la posibilidad de desarrollar Alzheimer. Pero este último estudio señala también que la pérdida del cromosoma Y favorece el riesgo de afecciones cardiovasculares, errores en el sistema inmunitario y la muerte prematura.
Las investigaciones de Forsberg muestran que el 20% de los hombres mayores de 60 años tenían la mutación mLOY. En los mayores de 70 años, la tasa aumenta hasta el 50% y, en los mayores de 90, hasta el 57%. Según Forsberg, existen tres factores de riesgo para la pérdida del cromosoma Y: el mismo envejecimiento, otras mutaciones hereditarias y el tabaquismo. Los dos primeros son inevitables, pero el tercero sí depende de cada persona, puesto que es reversible: cuando se deja de fumar, las células sanas se regeneran.
Vivir más no es vivir mejor
Al margen de mutaciones genéticas, es evidente que el estilo de vida tiene también su influencia en la longevidad y, en este terreno, las mujeres tienen conductas más saludables en casi todos los apartados:
- Tabaquismo. El 20,5% de las mujeres por 30,9% de los hombres.
- Consumo de riesgo de alcohol. El 1,7% frente al 6,4%.
- Dieta equilibrada. Le siguen el 67,2% y sólo el 57,7% de los varones.
- Actividad física. Es el único punto en el que los hombres superan a las mujeres: el 84,5% de ellos frente al 81,1% de ellas.
Los datos estadísticos también ponen de manifiesto que la calidad de la vida de las mujeres en la vejez es peor: pasan 20,1 años con mala salud, mientras que en los hombres supone 14,1. Las mujeres de mayor edad y con un nivel socioeconómico y de estudios bajo son las que tienen peor calidad de vida desde el punto de vista de la salud en los últimos años de vida.