El temblor esencial suele ser progresivo y suele comenzar a partir de los 40 años, aunque puede aparecer a cualquier edad. No se conoce su causa, pero sí se sabe que es el resultado de una comunicación anormal entre algunas áreas del cerebro. También hay evidencias de que en algunas personas hay un componente genético para explicar la aparición de este trastorno.
El temblor esencial es un trastorno del sistema neurológico que causa movimientos rítmicos e involuntarios. También se conoce con las denominaciones de temblor benigno, temblor familiar y temblor idiopático y puede afectar cualquier parte del cuerpo. Lo habitual, sin embargo, es que afecte a las manos, por lo que complica tareas cotidianas, como beber un vaso de agua, escribir o lavarse los dientes.
Signos y síntomas
Para determinar si una persona padece temblor esencial, los especialistas se fijan en un conjunto de signos y síntomas:
– Al inicio, se manifiesta de manera gradual y afecta de manera predominante uno de los lados del cuerpo.
– El temblor empeora con el movimiento.
– Lo más habitual es que afecte a las manos. A las dos a la vez o sólo a una.
– Puede agravarse con las temperaturas extremas (tanto bajas como altas), el cansancio, el estrés emocional e incluso si se toma café.
Los dos factores de riesgo más conocidos del temblor esencial son, por un lado, la edad -a partir de los 40 años- y, por el otro una mutación genética. Cuando el padre o la madre sufren temblor, hay un 50% de probabilidades de que sus hijos o hijas también lo tengan.
Tiene tratamiento?
El abordaje de los pacientes con temblores esenciales suele hacerse con medicamentos. Se pueden usar los llamados betabloqueantes -aunque no son adecuados en personas con problemas de corazón o asma-, anticonvulsivos -son para combatir la epilepsia, pero provocan náuseas y somnolencia- o tranquilizantes, que pueden generar adicción.
Unos tratamientos, pues, con una eficacia limitada, a pesar de la alta incidencia de esta enfermedad. Se calcula que el temblor esencial es el trastorno del movimiento más frecuente en los adultos y que su prevalencia es 20 veces superior a la enfermedad de Parkinson. En España, afecta a unos 1,4 millones de personas, casi el 3% de la población.
El tratamiento farmacológico suele ir acompañado de terapia física. Los fisioterapeutas pueden enseñar a los pacientes a mejorar su coordinación muscular y también sugerirles el uso de herramientas y dispositivos que les ayuden en sus tareas cotidianas.
Si nada de esto funciona, los especialistas pueden valorar la opción de la cirugía. Los tratamientos más utilizados en este ámbito son la estimulación cerebral profunda y lo que se llama talamotomía con ultrasonido focalizado. En ambos casos, se actúa sobre una estructura del cerebro que se llama tálamo y que forma parte del circuito cerebral del temblor.